El hombre se relaciona y comunica a través del mundo de los símbolos y la mente opera mediante la decodificación del mismo. Se convierte en mediador entre un objeto, que actúa como referente exterior y material específico, y el contenido simbólico al cual hace referencia. El retratado elige cómo extenderse al ser profundo del otro mediante la selección de signos particulares que luego serán plasmados en su retrato. Comunica su escencia a partir de representaciones que repercuten en el inconsciente del espectadores, mediante el uso del lenguaje ancestral simbólico determinando la lectura de su ser. El símbolo aúna sentimiento y pensamiento, es elegido como la mejor forma para designar aquello que define el sujeto. Expresa algo inconsciente que de ninguna manera resulta posible representar mediante un concepto.