Glaxo, la segunda novela de Hernán Ronsino, es el escenario de una historia de pueblo donde se entrecruzan los celos y la traición, el crimen político y el crimen pasional. Pero no sólo eso. En Glaxo se entrelazan y superponen también las instantáneas capturadas por las voces de los protagonistas que vivencian la zona. Algunas de ellas son luminosas, registran una época de abundancia y movimiento, con las vías del ferrocarril, los silos, los molinos, los cines, los hoteles, los bares, y la Glaxo. Otras, yuxtaponen ese espacio de abundancia con otro de inmovilidad y abandono.