Cristina Fernández de Kirchner ha sido objeto de permanentes y violentos ataques vinculados a su condición de género. Sin embargo, las mayores agresiones contra ella tuvieron lugar durante el conflicto desatado por la Resolución N° 125. No es un dato azaroso, sino la seña de lo imperdonable: además de acceder al máximo cargo del coto reservado del poder político, impulsó cambios en el orden de la equidad y la justicia social y tuvo el coraje de enfrentarse a poderes reverenciales. Aquí, un análisis profundo de esa misoginia desquiciada que sólo tiene parangón con la que se dirigió hacia Evita, cuya expresión más brutal, “yegua”, es una imagen que remite a la animalidad incontrolable de las que toman decisiones con firmeza.