Lo que surgió de una ronda de locas para inflamar el corazón de miles lleva consigo la impugnación inmanente contra toda opresión. Por eso aquella primera descalificación apeló a la locura y la pregunta por el deseo es nuevamente formulada por cada generación de opresores: “Pero ¿qué quieren esas mujeres?”. Notas sobre una lucha inclaudicable que no nació de un organismo de derechos humanos, sino de un flujo primordial en el que los recursos existenciales más remotos fueron recreados en magnitudes y calidades formidables por una madre, una abuela, en medio del horror, y que, desde ese fondo inaudible de la existencia, hizo posible durante cuatro décadas albergar la esperanza de un futuro para nuestro colectivo social.