Milagro Sala no construyó en Jujuy un Estado paralelo, porque para la gente para la que ella trabaja nunca hubo Estado. En todo caso, lo que creó en su intento por reparar el obsceno desequilibrio en el que nacen millones de personas y sobre el que nadie repara fue una organización profundamente maternal, a la usanza andina. Una organización que el gobernador Gerardo Morales se propuso destruir, cuya líder no es una madre buena sino la madre subterránea sistemáticamente violentada que reclama en su propia lengua el equilibrio.