Los medios de comunicación son productores privilegiados de representaciones colectivas, y, en tanto tales, tienen una responsabilidad ineludible en la construcción de las condiciones de posibilidad de un orden social en el que cada dieciocho horas un hijo sano del patriarcado mata lo que considera su propiedad: esos sentidos definen lo que resulta tolerable, y se materializan en cada manifestación de violencia y en las prácticas de quienes tienen la obligación de prevenirla y erradicarla. Entre los crímenes de Micaela y Araceli y la celebración de los “piropos” del actual mandatario argentino, que sostiene que “no” quiere decir “sí”, la conformación de la trama invisible que sustenta la trama visible de cada nuevo feminicidio.