Desde fines de los noventa comenzó a gestarse en Chile un movimiento que no dudó en autodenominarse feminista y cuya tarea de visibilización de la violencia machista, racista y lesbofóbica se refleja en la creciente masividad y potencia de las reacciones contra esta. Del repudio a los cientos de asesinatos de los últimos años y la criminalización de las mujeres mapuche, a la denuncia de las expresiones sexistas de la prensa, un repaso minucioso por el derrotero de una conciencia amasada por décadas que, sin embargo, parece avanzar en dirección contraria a los índices de femicidio.