El 21 de marzo de 2014, Belén tuvo un aborto espontáneo en un hospital de Tucumán. Tenía veinticinco años y no sabía que estaba embarazada. Inmediatamente devino de paciente en delincuente: la acusaron de homicidio agravado por el vínculo y, en cuanto le dieron el alta, fue presa al Penal de Santa Ester. En 2016 fue condenada a ocho años de prisión. Los casi novecientos días que pasó en la cárcel son la muestra de la desigualdad de las mujeres más vulnerables ante la ley y de un mandato de maternidad obligatoria que atenta contra todas y contra toda libertad.