El conocimiento es una herramienta fundamental para el desarrollo de un país y la ciencia y la tecnología pueden ser usadas para mejorar la calidad de vida de la gente, para solucionar sus problemas y necesidades, para utilizar los recursos racionalmente, o para contribuir a crear una sociedad mejor. Por el contrario pueden ser empleados para el desarrollo de un sistema injusto, para aumentar la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen, para la guerra, o simplemente para proveer de mano de obra y recursos a los países más poderosos. Por eso la ciencia y la tecnología como toda construcción humana están atravesadas por su carácter ideológico. No se trata de una construcción objetiva, como muchos pretenden, sino que su desarrollo, sus problemas, sus fronteras, están determinados por la estructura económica de las sociedades en las que se desarrolla. En este sentido la ciencia actual es la ciencia del capitalismo y sus problemas e intereses son los de los países centrales que sostienen este sistema.