La naturaleza es aquello que nace y se desarrolla espontáneamente. Es la actividad propia de cada cosa en tanto que es tal, su determinación operativa, cuyo origen está inscripto en ella misma. Es por ello norma y principio del orden, tanto individual como específico y aun de la totalidad de los entes en relación.
Este concepto implica el despliegue ordinario de las virtualidades de las esencias. De aquí la definición escolástica de natura como, la esencia en cuanto principio intrínseco del obrar.
Pero la mera observación de la realidad en que el hombre se desarrolla hace ver que no todo es propiamente naturaleza. No todo se da espontáneamente y según un orden esencial establecido. Justamente la aparición de realidades que escapen al orden natural implica la existencia de una voluntad dotada de libre arbitrio, que, por ello, no esté absolutamente determinada, sino que pueda moverse a sí misma según el conocimiento intelectual propio del alma racional.
Se distinguen de la naturaleza, en primer lugar, el obrar moral del hombre, su acción libre y voluntaria en orden a su fin último, y los productos de este obrar moral que son, la convención humana, y la obra de arte, entendiendo por esta, el producto del obrar humano que interviene en la naturaleza y resulta en una cierta esencia accidental y artificial.