Señor don Pedro Pagés, Ingeniero agrónomo.
Mi estimado ex-discípulo y amigo:
En su última carta publicada en los Anales de la Sociedad Rural Argentina, parece admitir conmigo que la organización de la Feria-exposición de Palermo no ha sido lo que hubiera podido ser.
Le agradezco su franqueza.
Aunque le cueste, tiene Vd. razón de hacer esta confesión. Piensa así como muchos, como casi todos. ¿Qué quiere? Vox populi, vox Dei.
Donde no estamos aún de acuerdo, es en la cuestión de saber cuál es el mejor método de reproducción para ia raza caballar argentina. Soy seleccionista, y Vd. partidario del cruzamiento.
Su última publicación no aduce argumento ninguno; no agrega nada á lo poco que ha dicho anteriormente. Muy al contrario, su lectura me ha parecido revelar ciertas vacilaciones, ciertas dudas.
El hombre de hoy ya no me parece el de ayer. Apuesto que le va á pasar lo que á mí me ha sucedido. En 1885, cuando en la Revista Veterinaria escribía los artículos que Vd. transcribe para demostrar que estoy en contradicción con lo que sostengo ahora, era un partidario enragé del cruzamiento. Creía que en estos campos fertilísimos de la República, y con un clima tan benigno, tan privilegiado se podía hacer milagros en industria caballar.