La obesidad y la Diabetes Mellitus tipo 2 (DT2) son problemas importantes de Salud Pública a nivel nacional e internacional, por su morbi-mortalidad y el alto costo que demanda la atención de quienes la padecen. La prevalencia de la DT2 se incrementa de manera exponencial. En nuestro país, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, alcanza el 9,8% en la población, demostrando un aumento respecto a las encuestas anteriores. La aparición de la DT2 está precedida por la tolerancia a la glucosa alterada. En esta etapa temprana, o prediabetes, ya están presentes, aunque con menor magnitud, los cambios descriptos en la DT2. Paralelamente, dicho incremento se asocia a un aumento del consumo total de calorías y un cambio importante en el tipo de nutrientes consumidos. Los jarabes de maíz, ricos en fructosa, se han convertido en los edulcorantes utilizados en las bebidas carbonatadas, mermeladas y otros productos de consumo diario. La sobrecarga de fructosa promueve la acumulación de sus productos derivados y aldehídos reactivos, especies reactivas del oxígeno y otros indicadores de estrés oxidativo (EO), que podrían inducir simultáneamente daño metabólico, IR hepática y respuesta inflamatoria local. Según nuestra hipótesis de trabajo el aporte exagerado de fructosa al hígado promueve el EO local, con una disminución de los niveles de GSH, lo cual induce cambios metabólicos tendientes a disminuir el flujo de sustratos oxidables a la mitocondria y el consecuente EO, y una respuesta adaptativa inmuno-metabólica a dicha injuria. La NAC (N-acetil-cisteína) posee capacidad antioxidante, provee sustratos para la síntesis de GSH y presenta una elevada absorción a nivel hepático.