El desarrollo económico de las urbes capitalinas y la infraestructura pública y privada convierte a las ciudades en una opción válida para migrar. Quito, con marcada presencia arquitectónica colonial, vivió procesos migratorios que la obligaron a replantear su forma de ver y de verse. Según Gioconda Herrera (2005), a finales de 1999 y principios del siglo XXI, la crisis económica provocó una oleada migratoria masiva a Europa (especialmente a España e Italia), pero también al interior del Ecuador (Quito y Guayaquil). A su vez, la autora afirma que este movimiento poblacional masivo generó cambios importantes en el territorio nacional tanto en los actores como en sus prácticas.
Según Gilberto Giménez, la identidad y la cultura, como productos tangibles de los procesos sociales, tienen una relación indivisible. El autor explica que la primera «sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad» (Giménez, 2005: 2). La ciudad de Quito es otra después de la migración y es la gente quien la acepta así, ya que consideran a la cultura «desde el punto de vista de los actores sociales que la interiorizan, la “incorporan” y la convierten en sustancia propia. Desde esta perspectiva, podemos decir que no existe cultura sin sujeto ni sujeto sin cultura» (Giménez, 2005: 4).
En este contexto, presentamos un proyecto que busca dar voz a los jóvenes a partir de una problemática local: las nuevas migraciones y su incidencia en la identidad del lugar en el que viven (la ciudad de Quito). En el marco del proyecto Promoción de la identidad de la ciudad de Quito de realizaron cortometrajes en instituciones educativas de nivel medio. Para ello, se recurrió a las posibilidades poéticas y narrativas del medio audiovisual. El resultado fue un conjunto de cortometrajes que dan cuenta de la complejidad de perspectivas que este tema ofrece. Estas producciones buscan ser una herramienta que abra la multiplicidad de miradas acerca de la ciudad, ya que «la construcción de identidad es […] un proceso al mismo tiempo cultural, material y social» (Larraín, 2003: 32).