Este libro parece narrar una historia imposible para esta Argentina del siglo XXI. La épica de una unidad productiva que soportó los embates desindustrializantes y el imperio de las ramas de servicios que exigía la globalización del mercado mundial. Una fábrica del Estado que sobrevivió al Estado desertor de los noventa y al Estado cooperativista post - 2001 gracias a la consecuencia de sus trabajadores y a la buena voluntad del Pueblo Bonaerense. Una empresa estratégica para la Defensa Nacional que subsiste a los mandatos de las Potencias que nos derrotaron en Malvinas, un ejemplo de que hay una Argentina que no se rinde.
La gesta del Astillero Río Santiago también es una historia de mujeres y hombres. Nacida por impulso de una Nación que aprovechaba las Instituciones del Estado para desarrollar sus fuerzas productivas, sólo pudo subsistir gracias a la voluntad inclaudi- cable de simples paisanos que no querían perder su identidad de obreros navales. Todos ellos figuran en estas páginas porque el autor se negó a contar una historia tuerta.
También por este motivo figuran sus desencuentros, sus conflictos, su tragedia. Desencuentros, conflictos y tragedia que no son originales de esta fabrica ya que solo son la traslación del drama de un país en una fuente de trabajo durante casi 75 años.
“Sangre, Sudor y Lágrimas” se le pidió al pueblo inglés en 1940. Ese mismo año, a orillas del río Santiago, comenzaron a rellenarse los bañados de Ensenada para construir este astillero. Desde entonces, engrandecerlo, defenderlo y perpetuar su actividad exigió el mismo precio a quienes trabajaron y trabajan en sus talleres y oficinas. No se deja otro legado a las nuevas generaciones que ingresan al A.R.S y no es otro el mensaje que intenta dejar Un Sentimiento Llamado Astillero.