Lo que propongo con el título es que el control del miedo al delito en las sociedades contemporáneas ha dejado de ser una estrategia represiva del Estado, para convertirse en uno de los rasgos más característicos de la cultura en la modernidad tardía.
Controlar el delito se ha vuelto un asunto cotidiano, que atañe cada vez más a más personas. El control del delito es hoy un aspecto esencial en las agendas políticas2; forma parte de las propuestas de campaña de los candidatos y es uno de los factores más importantes de las políticas públicas; resulta decisivo en las encuestas de opinión, en las intenciones de voto de los electores y en los índices de popularidad de los gobernantes. La gente quiere saber qué van a hacer los políticos con la criminalidad.