Cuando el 8 de septiembre de 1982 nos reunimos en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, en Buenos Aires, para firmar el acta fundacional de la Asociación Herpetológica Argentina (AHA), sentíamos que no se trataba solo del inicio de un proyecto importante, sino también la finalización de una etapa no menos significativa. La constitución de la AHA no fue un acto de buena voluntad plasmado en la firma de un documento, sino que se estableció sobre la base de mas de tres años de intercambio postal (lamentablemente en aquella época no contábamos con Internet), conversaciones y algunas reuniones.