A esta altura del siglo XXI es notoria la incompatibilidad de los viejos formatos de integración económica con las características definitorias de la fase que actualmente atraviesa el modo de producción capitalista expandido como economía global. La inoperancia de los ensayos a título de “mercados comunes” y “uniones aduaneras” seguramente responde a distintos motivos en las periferias que en las sociedades centrales, pero en ambos sub-universos estos engendros han dado pruebas de obsolescencia. En las periferias es imposible pretender que un país en desarrollo (como es el caso del Brasil) asuma las responsabilidades de “anclar” o absorber las disparidades e insuficiencias estructurales de otros países en desarrollo que fungen como asociados en tan ambiciosos proyectos (a la sazón, los restantes Estados Parte del MERCOSUR).