El Derecho, en tanto objeto de estudio complejo, plural y de abordajes múltiples, requiere algún formato –algunos formatos– específico de enseñanza. Dicho de otro modo, las especificidades del campo disciplinar devienen particularidades en el modo de enseñarlo. Tales particularidades han sido objeto de preocupación y discusión desde tiempos históricos y actualmente van constituyendo también un campo disciplinar que a todas luces se presenta como provisorio y en construcción. La reflexión sobre la Enseñanza del Derecho sucede entonces como una prioridad institucional en Facultades como la nuestra que se hallan abordando procesos de cambio curricular profundos y novedosos.
¿Cómo debe enseñarse el Derecho?, ¿cómo deben enseñarse las especialidades disciplinares que lo conforman? Son dos preguntas claves que deben acompañar la reforma curricular. Asimismo, desde nuestra condición de docentes cabe preguntarnos ¿cómo enseñamos nuestras asignaturas?, ¿cuáles son nuestras experiencias y prácticas concretas?, con la pretensión de impulsar algunos disparadores de nuevas preguntas y nuevas prácticas, a partir de concebir esa enseñanza como una labor dinámica que requiere de constante revisión y actualización.