En los últimos años, en particular durante la primera década de este siglo, la mayoría de los países de América Latina mostraron notables mejorías en aspectos económicos y sociales. Entre otros resultados positivos, se verificó que el producto por habitante se incrementó en forma significativa, los mercados laborales de la región lograron absorber a la mayor parte de la fuerza laboral, se redujo el desempleo y los países contaron con recursos fiscales crecientes, los que fueron suficientes para desarrollar y/o ampliar las redes de protección social, incluyendo en las mismas a individuos y familias vulnerables que hasta entonces se encontraban privados de estos beneficios. Como consecuencia de los progresos anteriores, la incidencia de la pobreza y la desigualdad en la distribución de los ingresos en la región disminuyeron de modo sostenido y en una magnitud considerable por primera vez en varias décadas.
En paralelo a los alentadores resultados anteriores fue creciendo la presencia y la importancia de un grupo poblacional específico como objeto de las discusiones sociales, políticas y mediáticas: los jóvenes que ni se encuentran integrados en el sistema educativo, ni están insertos en el mercado laboral, los llamados “NiNis” (Ni estudian, Ni trabajan). ¿Implica esta creciente preocupación en los NiNis que el tamaño de este grupo poblacional en los países de la región se ha incrementado al simultáneamente con la consecución de los progresos socioeconómicos mencionados con anterioridad? ¿O lo que ha ocurrido es que se ha modificado la composición de este grupo de forma que ha que la existencia del mismo se ha vuelto más “visible” para la sociedad, lo que provoca que las discusiones sobre el tema sean inevitablemente más frecuentes?