Para América Latina, Asia o África, el colonialismo sólo ha significado devastación, destrucción de culturas y saqueo de recursos, pero para naciones como Gran Bretaña, la rapiña en beneficio de sus propias élites es el modo natural de ubicarse en el mundo. La apropiación de las Malvinas por la fuerza, el sostenimiento de la ocupación y la recurrente negativa británica a tratar pacíficamente la cuestión son parte de esa historia. Una que no refiere a hechos aislados ni a un problema exclusivamente argentino, sino a la absoluta vigencia de las prácticas depredatorias de un desubicado poder que aspira a continuar siendo imperial aún en este siglo.