Voy a tratar de trasmitir mi interpretación del concepto de guerra etérea. En términos de asociación freudiano-lacaniana, resuena como una atmósfera de guerra que se respira, donde el resentimiento y el miedo están omnipresentes. Ese miedo genera repliegue popular, repliegue de la subjetividad colectiva a la subjetividad individual, como una de sus consecuencias. Ese repliegue lleva a deprimir, no sólo en términos psicológicos, sino políticos, en el sentido de reducir las fuerzas para luchar, lo que confirma el planteo que hacía Arturo Jauretche, sobre el hecho de que los pueblos no pueden luchar si están deprimidos. Entonces, uno de los objetivos de la guerra etérea es reducir la capacidad de organización y de lucha de los pueblos.