El Campeonato Mundial de Fútbol en la Argentina en 1978 se convirtió en una de las políticas centrales del último proceso cívico militar. Más allá que la designación de la sede se confirmó durante el gobierno dictatorial de Roberto Levingston (1970), y después de los acuerdos con la FIFA en 1966, la Junta Militar, conformada por el general Jorge Videla, el brigadier Orlando Ramón Agosti y el almirante Emilio Eduardo Massera, utilizó la competencia con el propósito de presentar una “imagen argentina ante el mundo”.
Pero una de las huellas que dejó el primer trofeo mundial obtenido por la selección Nacional resultó el partido Argentina 6- Perú 0, disputado el 21 de junio de 1978, y correspondiente a la última fecha de la segunda fase. Aquel particular cotejo bisagra para la continuidad del equipo de Cesar Luis Menotti en el torneo y, en consecuencia, para los planes del gobierno militar quedó envuelto en un manto de sospechas.
El partido Argentina 6- Perú 0 será el meollo de la cuestión en el presente trabajo debido que, a partir de ese momento clave para las aspiraciones del seleccionado albiceleste, se pusieron en escena los discursos oficiales del gobierno de facto, de los medios de comunicación afines al proceso y las maniobras de los principales actores sociales que utilizaron en un evento deportivo con la intención de manipular con el relato de la patria.