Las nuevas generaciones de estudiantes se caracterizan, entre otras cosas, por el uso incesante de la tecnología, ya no se habla, se chatea, cada vez tenemos menos encuentros cara a cara y aparecen los contactos. Se perdió la noción del tiempo, a cualquier hora ellos se comunican, mediante sonidos, textos o imágenes, se trata de una generación que convive a diario con la velocidad de los datos.
Pero en este punto se enfoca en el presente trabajo, el de pensar falsamente a los jóvenes como sujetos que transmiten datos en formas desordenadas, carentes de espacialidad y de razonar los fenómenos en tiempo y espacio, sujetos que un solo click resuelven parte de sus relaciones con los otros.
El mundo que los rodea les impone una realidad de velocidad, en donde muchas veces no tienen el tiempo de generaciones anteriores, el hecho de estudiar en una biblioteca suponía el hacerse socio, tomar una fotografía para el carnet, pagar una cuota mensual, concurrir cada 15 días a renovar el préstamos del libro, en muchos casos la única opción era asociarse a otras bibliotecas, debido a que la cantidad de libros que se podía obtener no satisfacía las necesidades de los estudiantes. No es que ahora desaparecieron las bibliotecas, pero las bibliotecas virtuales tomaron un lugar de privilegio que hace que la información llegue más rápido, sin pérdidas de tiempo. Ya no importan tanto los lugares, las nuevas invenciones tecnológicas, teléfonos celulares sobre todo, suplantaron a las actividades que recordamos en las primeras líneas.
Cambió la percepción de las cosas, se perciben distintas, se combinan textos con música, respuestas con conversaciones, imágenes con apariencias. Para ellos el celular es el objeto más preciado, cuantas más funciones tenga, más los difiere de los otros.
Con todo este diagnóstico previo podemos decir que la batalla está perdida o conocemos a ciencia cierta cual es el final del camino, pensar en sujetos que sólo se dedican a transmitir datos sin tener una real interpretación de los hechos.