Los estudios sobre la memoria social se han establecido y expandido en las últimas décadas a nivel internacional y, de manera notoria, también en nuestro país. El número creciente de investigadores y estudiantes que convoca y el gran monto de energía académica que es capaz de movilizar dan cuenta de la consolidación del “campo” como un área específica dentro de las ciencias sociales. Este desarrollo obliga a quienes de un modo u otro participamos en ese ámbito a una reflexión acerca del significado y alcances de esta floreciente área de estudios, sus consecuencias epistemológicas y profesionales, así como los supuestos sobre los que se asienta. ¿Qué significa este interés académico por la “memoria”? ¿Qué supuestos asume y qué deja afuera esta perspectiva? ¿Qué tensiones se establecen con los estudios históricos y con otras áreas del conocimiento? ¿Qué implica acceder al conocimiento del terrorismo de Estado en nuestro país desde esta categoría conceptual? Este ensayo se propone explorar ciertas incomodidades en torno a la constitución del “tema memoria”. No sólo los riesgos de su abuso y banalización, sino ante todo las implicancias políticas y epistemológicas de su institucionalización como campo de estudios académicos lo hacen merecedor, creemos, de un esfuerzo de metarreflexión.