Visibilizar, masificar, denunciar, convocar, subvertir, revertir, perturbar, éstas, entre otras acciones, fueron y son las que han atravesado los más de cuatro años que llevan hablando las paredes del ex edificio de Rentas de la ciudad de La Plata, luego de la violación y el asesinato de Sandra Ayala Gamboa.
Desde distintos soportes, la expresión artística fue encausada por jóvenes de la ciudad de La Plata, la propuesta fue que las paredes hablen para que la sociedad no olvide. Con el tiempo, la causa de Sandra se transformó en una bandera colectiva; su rostro representa al de muchas mujeres que sufren a diario violencia de género. Su rostro transformó la carátula judicial de “homicidio”, tal como se traduce este tipo de delitos en el código penal, por la de “femicidio”, el crimen asociado principalmente por su condición de mujer.
En las siguientes páginas se pretende analizar cómo el arte enmarcado en una manifestación cultural en colectivo, tomó la calle, resignificó el lugar y se hizo principalmente una expresión política. Las paredes interpelan desde una perspectiva de género a quien pase por la vereda, quien esté esperando el colectivo o quien se detenga por el semáforo en rojo con su vehículo.
De esta manera, se indagará en cada intervención con la finalidad de lograr una cronología de los hechos desde la reconstrucción de las distintas actividades que se hicieron en el lugar para dar a conocer lo que sucedió con Sandra. A su vez, se intentará problematizar en el tipo de intervención artística, con qué soportes, con qué símbolos e iconografía se realizan para observar desde qué lugar se produce, para quiénes y en qué contextos. Se incluirá una mirada que analice cómo estas expresiones callejeras toman los propios símbolos del sistema, en una intuición por parte de los colectivos culturales de masificar el mensaje.
La propuesta de este trabajo se instala en una narrativa cronológica que pretenderá dar cuenta también de la memoria como parte del análisis, refiriendo a recuerdos, actos, emociones y saberes. Pero considerando, principalmente, el carácter expresivo o performativo como activación de la memoria (Jelin, 2001) para comprender el arte como soporte y expresión que convierte a un pasado cercano en un presente polisémico.