Desde una perspectiva fenomenológica, la experiencia sitúa al cuerpo como el “punto cero” o “espacialidad cero” como punto de partida para conocer el mundo. Las orientaciones espaciales y temporales en la experiencia se realizan a partir de la posición del cuerpo como centro, alrededor del cual y en relación al cual el espacio se despliega (Zahavi, 1994). Además, la fenomenología de la música considera al sonido, cumpliendo un rol fundamental en las interacciones y la percepción de la centralidad corporal (Burrows, 1990). En la performance musical de un dúo de piano, ambos centros se repelen y se atraen, como dos polos de fuerza magnética. La idea de centro corporeizado es vista aquí como una metáfora espacial, a partir de la cual se produce el encuentro con los otros en la vida social. En esta presentación, hipotetizamos que, desde una perspectiva fenomenológica, la interacción de los músicos en la atribución de estados mentales y emocionales para la expresión musical implica la coconstrucción de un centro común de segunda persona. Las atribuciones de segunda persona se realizan mediante gestos la interacción corporal para la coordinación expresiva, en donde sonido y movimiento son considerados como una unidad sonoro-kinética.