Hace algunos años, la sociedad fue testigo de una polémica ocurrida en la comunidad académica acerca de cierto reproche que la universidad le hacía, y todavía le hace, a la escuela. Es un tipo de reproche general que no termina de ajustarse a los hechos a los cuales se refiere. Se dice que la escuela no prepara bien a los estudiantes que ingresan al último nivel de enseñanza, pero lo cierto es que las dificultades de la enseñanza anterior al ingreso a la universidad suceden en un mapa cultural, social y demográfico muy complejo.
Si a la universidad le toca recibir alumnos egresados de un nivel anterior, a la escuela pública le toca establecer las posibilidades materiales para recibir en el sistema a los alumnos, por lo tanto el problema original de la escuela es el ingreso, así como el egreso es su problema terminal. En este arco de necesidades pedagógicas pero también sociales, la escuela debe obligarse a posibilitar el ingreso, la permanencia y el egreso con conocimiento de los alumnos.