A medio hacer, y a contrapelo de su propia trayectoria: sonidos entrecruzados, frases en inglés y en castellano, coros en diferente tono, guitarras que aparecen y desaparecen y estribillos que no parecen buscar una conquista en la escucha. Todo enmarañado y también tenaz. Es una declaración de principios en un escenario histórico rodeado de hendijas y de costuras vinculadas a la conclusión de los principios, las utopías y las relatos de prosperidad colectiva. Es, sin ir más lejos, El aguante, uno de los discos más olvidados de la carrera de Charly García y también uno de los más repudiados por la crítica especializada y hasta por los fanáticos.A veinte años de su presentación pública,
El aguante es un disco vagamente recordado por el propio García y también pasado de largo en las recopilaciones de canciones o raccontos de su historia. Si bien su sonoridad roza lo autodestructivo y sus letras no parecen conducir a un punto fijo, la obra gana terreno a partir de su singularidad y su desfachatez coherente. No tiene un hit supremo ni una lírica simpática a la vista. Tampoco hay enunciados épicos para teñir de palabras las banderas o las paredes.