El concepto de "periodismo gendarme" incluye un recorrido de fuerza represiva del discurso que, a partir de la recopilación de datos y de la generación de testimonios, exagera la figura del entrevistador -por sobre el entrevistado y el acontecimiento- y lo ubica en un rol de juez y parte. A su vez, en correspondencia con el alcance nacional de esa fuerza, esta forma de periodismo parte de un porteñismo donde se excluyen las condiciones locales de los conflictos, donde se prejuzga desde la lógica de llamar al orden. En ese juego de roles, el entrevistado se reduce a una defensa mediática frente al conductor que se enuncia “como la gente de a pie” que no logra entender -y ni lo intentaen una pseudo representación de las audiencias proclives al miedo.