La relación constantemente cambiante con el entorno, nos impulsa como especie, a preguntarnos por nuestro lugar en el cosmos. Con el advenimiento de la ciencia, la naturaleza empezó a ser interpretada en términos mecánicos y en consecuencia, se alentó a conocer y pretender dominar su funcionamiento. A partir de la Revolución Industrial comenzó la destrucción paulatina del paisaje natural, tal como se conocía hasta entonces, al punto de que en la actualidad, la actividad humana ha terminado por intervenir completamente el planeta. Lo genuinamente natural prácticamente ha desaparecido. Algunos teóricos se aventuran a proponer, incluso, la abolición del término "naturaleza". En la prehistoria la vida del hombre se enlazaba estrechamente con el entramado de todo lo viviente. Pero en algún momento, el ser humano comenzó a considerar que tanto él como toda su producción se separaban de aquello que conocemos como naturaleza. El poder transformador de la tecnología fue el medio que lo emancipó de lo natural. Es el momento inaugural de la antinomia "natural- artificial". En el ámbito de la producción humana, la memoria se encarga - selectivamente -de concatenar los hechos para sostener el paradigma vigente. Se construyen genealogías lineales arbitrarias para que todo confluya en el paradigma del presente: las actuales formas de trabajo, de producción y en consecuencia, las relaciones que establece el ser humano con los lugares que habita. Una nueva concepción de lo que puede denominarse "naturaleza de lo artificial", invita a replantear los alcances de la tarea proyectual.