Pensar la literatura erótica en el marco de la literatura fantástica me resultó sorprendente. Agradezco la invitación a esta posibilidad. Agradezco la inteligencia y el gesto creativo de darle cabida a la literatura llamada erótica en lo fantástico para poder ensayar alguna cuestión desde mi ignorancia supina. Y ciertas ideas que se me arremolinan al escribir. Cuando Carlos Marcos me llamó, la primera sensación que tuve fue “que podré decir yo sobre la literatura erótica en Argentina y en Latinoamérica”, pero quizás un gesto amoroso que encontré en sus palabras y cierta vanidad que suele aquejarme me llevó a internarme en este berenjenal. En ese decir “que podré decir yo” quizás (palabra que usaré hasta el hartazgo porque no es mero “paraguas” sino la convicción de que el “quizás” sea la mejor manera de expresar mi sensación frente a las inconmensurables variantes que este propósito tiene) estaba en germen la erótica que me provoca sumergirme en abismos caóticos, donde habito construyo nexaciones de significantes “flotantes”. En definitiva la erótica de vincular cuestiones que dan cuenta de ese maldito Yo en términos de Cioran con ustedes.