Trampas de la memoria. En 1985, cuando ingresé a la entonces Escuela Superior de Periodismo, la casa de Avenida 44 me parecía amplia, incluso cómoda para los trescientos alumnos que cursábamos. Quince años después esa idea me resulta absurda. Es extraño comparar esas imágenes de la memoria con este presente y pensar que las mismas paredes, los mismos pasillos, los mismos espacios y rincones contienen realidades tan distintas. La planta docente de la actual Facultad de Periodismo y Comunicación Social es mayor que esa población estudiantil de 1985.