“Abstraído.” “Callado.” “Obstinado.” “Violento.” “Inmerso en su propia realidad.” Tal vez estas sean las ideas que con frecuencia evoca el término “autismo”. Si bien en Argentina no contamos con estadísticas fiables de este trastorno, los especialistas estiman que la incidencia a nivel nacional ronda en 1 de cada 68 niños.
En nuestro país, el derecho a la educación se funda en los principios básicos de universalidad y no discriminación; en consecuencia, las instituciones educativas están obligadas a recibir a todo tipo de niños. Es por esto que la mayoría de los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) comparten su escolaridad en aulas del sistema educativo común, más allá de las particularidades con las que se manifiesta el trastorno en cada alumno afectado y de los apoyos necesarios para facilitar la inclusión de estos niños.
En el presente trabajo intentaremos identificar algunos de los desafíos a los que nos enfrentamos como docentes de lenguas extranjeras para poder incluir en clase a niños y adolescentes con TEA. Explicaremos brevemente las características más notables de los TEA (Gallego Matellán, 2012) y aquellas que comparten con los alumnos neurotípicos (Siegel, 2007), y su impacto en la dinámica áulica (Grandin, 2006). Con el fin de facilitar la tarea docente, finalmente sugeriremos cursos de acción que promuevan el aprendizaje de toda la clase (Orellana Ayala, 2016).