En su obra “La universidad en el siglo XXI”, Souza Santos expone con claridad el complejo problemático al que tiene que hacer frente la centenaria institución educativa de nivel superior y que va desde los problemas producto de su natural resistencia al cambio ante lo vertiginoso que la vida post industrial-capitalista ha ido acompasando y llega hasta conflictos de legitimidad frente a la sociedad y la falta –o recorte– de presupuesto y recursos económicos. Situaciones estas que pueden considerarse –según se colige de lo expuesto por el autor– como la manifestación de una extensa gama de síntomas que han tratado de solventarse gracias a una gestión de tensiones conveniente sólo en la medida “en que busca manejar su posición amenazada a través de una contabilidad de pérdidas y ganancias del desempeño funcional”, donde la principal estrategia es eminentemente defensiva y poco proactiva, en palabras del mismo Souza “la universidad ha sido reactiva, dependiente e inmediatista”.