Hace un par de años desbordé mi lengua en un número previo de esta hermosa revista [1] contando un poco los inicios de mi amor por Harry Potter (HP), mi encuentro con sus fans (especialmente aquellos congregados en torno al Círculo de Lectores de HP de la ciudad de Buenos Aires –de aquí en más CHP–) y el fandom inmenso que se despliega en torno a esta saga.
Desde la publicación de aquel breve artículo, el fenómeno no sólo no decayó sino que, por el contrario y un poco como ya se presagiaba allí, el mundo de Potter se ha ampliado con la presentación de nuevas películas y la publicación de nuevos libros. En algunos casos, no directamente ligados a las aventuras del propio Harry, pero si enmarcados dentro del mismo mundo mágico. Sin embargo, las transformaciones dentro del fandom no vienen dadas sólo por lo que Rowling y sus secuaces generan desde la lejana Gran Bretaña, a nivel nacional cuestiones exógenas a HP transforman el fandom y lo dotan de un dinamismo visible en varios aspectos.
Todos los emergentes de este universo, y sus reconfiguraciones durante los últimos años, me han llevado a formular la hipótesis que señala que estas experiencias ligadas a prácticas de literatura masiva pueden traducirse y/o expresar nuevas formas de sensibilidades contemporáneas (y que puede, eventualmente, ser gravitante en la formulación de políticas públicas educativas y culturales). En los últimos meses, distintas cuestiones ligadas en torno al género y el feminismo han emergido como un tema clave en la agenda política de los argentinos. El posicionamiento explícito de un grupo de aficionadas a HP, permite sostener la hipótesis precedente al mostrar la vinculación entre sus trayectorias dentro del fandom y su clara militancia a favor de la legalización del aborto. En lo que sigue se explicarán cuáles son los puntos que permiten pensar esta vinculación.