Desde su fundación en 1922, la empresa argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales, YPF, estuvo identificada con valores identitarios referidos a la explotación del suelo y la demarcación del territorio, orientados hacia la producción de combustible para una sociedad en proceso de modernización. Estos valores fueron instalados como discurso desde la gestión de su director, Enrique Mosconi, quien, si bien permaneció en el cargo hasta el golpe de estado de 1930, apostó a fijar prácticas y principios sobre los que se construyó la identidad de la empresa, incluso luego de su alejamiento.