Un día como cualquier otro aparecen dos, tres fotos de una piba que salió para la facultad y no llegó, que iba a rendir y nunca entró al aula, que le avisó a una amiga que ya estaba yendo para su casa, pero nunca le tocó el timbre. Las imágenes siempre están acompañadas de los últimos datos que se saben sobre ella: que vive en tal barrio, que se la vio la última vez en tal otro, que usó la SUBE para tomarse un colectivo o que se iba a ir a encontrar con un novio. Las redes sociales permiten una rápida difusión y la información empieza a correr: el botón de compartir en Facebook estalla y los RT en Twitter también.