Son tan múltiples y variados los nombres de bautismo, comerciales y convencionales de cada nación con los que se libran al consumo público los productos elaborados de carnes de cerdo, que para establecer una clasificación necesitaríamos consultar todos los diccionarios de las lenguas vivientes y parlantes de todos los pueblos de la tierra.
Con los nombres mas estraños se expenden productos de carnes de cerdo, los más diferentes por forma, color, olor, etc; como de fabricación reciente que deben ser consumidos en seguida, ó como estacionados y resistentes por mucho tiempo á las variaciones del ambiente.
Estas variedades innumerables de nombres y su consumo difundido, lo utilizan los fabricantes para adulterar de varias maneras esos productos comerciales y por avidez de utilidad sacar el mayor provecho, engañando la buena fé del consumidor y tal vez atentando a la integridad de su salud. Estas adulteraciones no se limitan á los productos de precio subido: por el contrario, son más frecuentes en las preparaciones comunes y que por expenderse á bajo precio están al alcance de los proletarios. Especialmente entre nosotros, donde á decir la verdad, el senso del gusto no es muy refinado—declaración hecha por más de un fabricante de embutidos, los que aseveran que no tienen la conveniencia comercial, en vista del valor y pérdida, de fabricar factura buena.—pues todo el público en general apetece la ordinaria, la que una vez elaborada encuentra fácil salida por su reducido precio.
Aparte de esta ojeada general,, nos interesa conocer en los casos ocurrentes la más común sofisticación que sufren los productos de chancheria, á fin de revelarla y asesorar con indicaciones exactas á la demanda del público.