En este todavía reciente siglo XXI, la historia se expresa, se escribe y se vive con la vorágine que le imprime un poder global sin sujeto que pugna por alcanzar horizontes en permanente transformación. Esto delega en la escala de lo humanamente cotidiano nuevos y recurrentes desafíos: la vuelta a lo local, la valorización de lo propio, del saber hacer, de las tradiciones; para constituirse en el lugar donde resurgen temas persistentes y esenciales a las identidades de las sociedades locales de todo tiempo. Sin embargo los contextos y escenarios en que se reavivan estas fuerzas, son permanentemente diferentes por lo que las simetrías o linealidades en materia de construcción y desarrollo son casi impensables a modo de análisis. En el marco de un contexto democrático, escenarios de gran incertidumbre, necesidades humanas muy insatisfechas y un “mercado” feroz; las estrategias locales de desarrollo económico y social resultan sugerentes como herramientas de cambio y transformación del devenir poco feliz de los últimos tiempos.