Las prácticas artísticas contemporáneas se presentan signadas por la heterogeneidad.
La idea de un arte que constituye sus formas y las desdibuja en el propio acto es una condición aceptada pero difícilmente digerida. Con esto, nos referimos a un conjunto de producciones disímiles que en su forma ficcional operan sobre la percepción, haciéndola más lenta y proponiendo una distancia que apela a lo transitorio, siempre en fuga.
De este modo, el asunto del presente número problematiza sobre el campo del arte, socavando su orden disciplinar. Bajo el título «Las prácticas fotográficas», se propone, desde el uso del plural, abarcar un conjunto diverso, identificable, pero difícil de definir en su totalidad.