Bajo la expectativa generada por la coalición gobernante que a partir de 2016 el país ingresaría en una etapa de crecimiento del empleo “de calidad”, a casi tres años de ese entonces, se puede afirmar que lo mejor en materia de empleo ya pasó y que el futuro se avizora pesimista para la evolución de una de las variables económicas más relevantes para evaluar la gestión político-económica de cualquier gobierno.