Cuando se estudian fenómenos culturales o socioculturales, con frecuencia el analista es absorbido por la tendencia a realizar generalizaciones que diluyen el hecho analizado en tramas de características macroestructurales perdiendo, en consecuencia, las particularidades de su problema de estudio; o bien corre el riesgo de enraizarse en la especificidad de su objeto negando aquellos factores que lo imbrican en complejidades mayores. Tales sesgos tienen su origen en la dificultad que aún persiste, en el campo académico, de superar la dicotomía entre perspectivas metodológicas cuantitativas y cualitativas, problemática que se agudiza cuando se abordan estudios inscriptos en procesos globales de construcción de sentidos.
La rebelión de los abrazos es una investigación que se propone y logra superar esos sesgos. Partiendo del análisis de la milonga como espacio de danza se aborda el estudio del tango desde la práctica que le da su origen, esto es, desde la interacción entre las personas que lo crean y recrean en sus espacios de producción. La autora nos conduce así por el largo trayecto que conforma al tango tal como lo vivimos hoy en día, transitando por carnavales, piringundines, prostíbu,los, conventillos, cabaret, club sociales y escenarios nacionales y transnacionales, resaltando en cada momento y lugar las adscripciones identitarias y los sentidos que inviste la danza para quienes la practican; es así como muestra la importancia que en la actualidad tienen las milongas como espacios de interacción social para la reconstrucción de lazos sociales quebrantados por las políticas represoras de las últimas dictaduras militares y atomizados por la implementación del régimen neoliberal.
Finalmente, mediante ese recorrido, nos permite vivenciar cómo desde una práctica concreta, la milonga en la ciudad de La Plata, se pueden apreciar las transformaciones de sentido por las que el tango atraviesa, proceso que nos permite dimensionarlo como práctica de rebeldía: en sus orígenes de reivindicación de órdenes de dominación masculinos donde la marginalidad reta mediante la danza las pautas victorianas de división de género, para luego, a lo largo de su procesos de producción y reproducción, leer en él la otra trama, la que vislumbra la paulatina liberación de la mujer.