En este trabajo nos proponemos analizar en la novela Pequeña flor de Iosi Havilio la construcción de un mundo esquivo a los límites. Así como el relato va jugando con distintos géneros (el relato realista, el policial, la confesión, el fantástico) sin posarse definitivamente en ninguno pero sin dejar de ser un poderoso y sólido único párrafo, José, el personaje narrador, comunica un mundo –su mundo- donde caben la muerte violenta y el goce, el desapego afectivo y el amor paternal como instinto genuino y primitivo, lo mágico como parte de la propia realidad, en que las cosas pueden suceder y no suceder al mismo tiempo. Luego de ser arrancado del mundo reglado de la ciudad y el trabajo, un reencuentro con la música – que es al mismo tiempo un reencuentro con sí mismo- lleva al personaje al descubrimiento de un don exclusivamente suyo y secreto que es también una incapacidad: matar y al mimo tiempo no hacerlo. Esta ambigüedad que recorre la novela entera es para el personaje una fuente de plenitud donde lo otro está ahí pero deja de ser importante o amenazante, donde la descarga puede suceder sin consecuencias y sin ataduras de ninguna ley –ni la propia de la culpa, ni la ajena de las restricciones de los hombres. A partir de estos rasgos de Pequeña flor, consideramos que Iosi Havilio ha construido un personaje que, en términos de Kristeva, es reclamado o fascinado por lo abyecto, que estando en él, lo arrastra fuera de sí, anulando momentánea pero también ritualmente, las fronteras entre el uno y lo otro.