Charly García es un artista necesario y fundamental para nuestra vida. Es una figura maravillosa que ha tocado y aún hoy conmociona almas por doquier, a lo largo y ancho de las sensibilidades. Hace años que tratamos de describir de algún modo particular y siempre terminamos en el callejón de la emoción, de los recuerdos, de los dolores. Sus palabras, como piedras, hacen un giro en la enunciación porque si bien caen y ruedan, no escapan ni se pierden —esta definición casi solariana sirve para destacar un carácter poético y romántico de la vida, además—. Las frases elaboradas por García van de nuestra boca a otras y así continuamente. Sus creaciones nunca se van de nuestro alrededor y siempre se quedan en la memoria popular, en los escondites de los sentimientos y en las hendijas de nuestras resistencias más íntimas.
Charly es un símbolo que siempre está al pie del cañón, dispuesto a disparar las palabras más exactas y motivacionales. Por esta razón, el gesto que tuvo para con la memoria de Santiago Maldonado y su familia conmovió mucho y erizó la piel de todos los que estamos adoleciendo en este escenario de excesos y legitimaciones de discursos oscuros.
La corona de flores enviada por Charly y su pareja incluía un mensaje: “Los dinosaurios van a desaparecer”. Ese enunciado —potente, significativo y contundente— no solo revaloriza una expectativa de lucha, sino también da cuenta de la activación que tiene su contenido en el contexto actual.