El tratamiento de los espacios juega poderosamente en la crítica social presente en De perlas y cicatrices. Crónicas radiales, de Pedro Lemebel. Mientras en las crónicas urbanas de La esquina es mi corazón los espacios urbanos son sede de las tácticas y micropolíticas populares, en las crónicas radiales predominan las connotaciones de asfixia y telón que oculta la verdad: eventos culturales como pantallas de espacios contiguos en los que acontece el horror; espacios donde irrumpe el autoritarismo; espacio cuadrangular de la televisión que remite a otros espacios, los tergiversa y multiplica a modo de pesadilla, espacios estratégicamente diseñados para obstruir, engañar, excluir, aterrar, marcar poder.
En este sentido cobran importancia distintos juegos de ideas que atraviesan el texto: el exilio, la desaparición y el encierro, que adquieren formas sutiles, metafóricas, reales y virtuales, a partir de la vinculación con los medios de comunicación, la memoria y la tensión de lo antitético (arriba/ abajo, centro /periferia, luces/sombras, abierto/ cerrado, telón/verdad, realidad/ virtualidad). De perlas y cicatrices es una gran metonimia: la cicatriz o la perla como huella de una historia, la marca de un suceso sobre una superficie. Los espacios, como los cuerpos, desgarrados y atravesados por la historia como identidad.