Nuestra investigación quiere demostrar la teoría según la cual el origen del lenguaje es detectable en la continuidad de las estructuras morfológicas que han afectado al uso de las vocalizaciones de música prototípica y lenguaje. De acuerdo con la Hipótesis de Biolingüística Darwiniana (Pennisi y Falzone, 2016), la adquisición del lenguaje implica que algunos de sus elementos derivan de las limitaciones biológicas y naturales que garantizaron su continuidad. Suponiendo que el lenguaje evolucion ó dependiendo de las estructuras que permiten la vocalización, intentaremos ilustrar cómo las primeras formas de comunicación madre-hijo en primates no humanos (motherese) constituyen la aparición de un protolenguaje. Dicha relación especial está a menudo marcada por una forma de comunicación simple, con alta entonación y canto que asegura la continuidad del vínculo madre-hijo. Al igual que en el blabbering de bebés, la unidad prosódica producida durante el cuidado parental anima el resultado de un vínculo natural que determina qué sonido puede seguir después de otro, con la excepción de las restricciones físicas que limitan la producción de sonidos del habla. La existencia de formas de habla infantil directa en algunos primates (ej. Macaca fuscata) sugiere, además de la función social de la vocalización específica del niño, ciertas informaciones sobre el estado emocional del hablante gracias a la entonación melódica y la señal rítmica. Dichas observaciones implican que puede haber un continuo en la capacidad de transmisión de informaciones que es particularmente evidente en algunas comunicaciones madre-hijo. Por lo tanto, podemos suponer que el lenguaje hablado se pudo haber desarrollado antes en primates no humanos a través de las vocalizaciones utilizadas en la relación madre-hijo, y después por homínidos hembras que interactuaban con sus hijos.