El contexto de la cultura contemporánea ha dado lugar a la formación de nuevas perspectivas sobre la ciencia, el arte y el “deber ser”, proveyendo así un medio cultural y tecnológico rico en la diversidad, cuyos componentes se funden dejando de conformar configuraciones aisladas. Los procesos culturales, la producción simbólica y la subjetividad humana están interconectados constituyendo configuraciones complejas que caracterizan el espíritu de nuestra época. Los conceptos de hombre, mundo y verdad se han modificado, el pensamiento objetivante y demostrativo ha entrado en crisis y ya no es posible concebir la verdad como un objeto que nosotros podemos conocer en un sistema acabado y definitivo. La verdad, afirma Luigi Pareyson, se concibe en los términos de “formulaciones históricas, personales e interpretables”.