El presente trabajo se origina en base a años de experiencia tanto en el ejercicio profesional de la abogacía “no litigante” como así de la docencia universitaria en el Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en la que me desempeño como profesor adjunto de la materia “Derecho Comercial I”.
La expresión “no litigante” del párrafo anterior tiene origen en que pertenezco a este pequeño y extraño grupo de abogados que no recorren diariamente los pasillos de los diversos tribunales y están, tal como lo manda el imaginario popular, iniciando y contestando demandas y corriendo de audiencia en audiencia. Lo curioso de esta percepción popular de la tarea del abogado es que tiene un correlato no solamente en la autopercepción de los abogados, sino que tiene un claro reflejo en la manera en que la enseñanza de las ciencias jurídicas y sociales se plasma en el ámbito universitario.
Mi trayectoria profesional ha consistido, y consiste en la actualidad, en brindar asesoramiento jurídico a empresas y, excepcionalmente, recurrir al litigio (juicio en tribunales, dicho coloquialmente). Esta tarea diaria no encontró reflejo en mi trayectoria académica como alumno como así tampoco en el desarrollo de mis tareas como docente, al menos como éstas se plantearon inicialmente respondiendo a la cultura institucional de la unidad académica.
Este “desacople”, fue el que me motivó a escribir y desarrollar el tema que a continuación trato.