El arribo de las nuevas tecnologías al aula también pone en evidencia las problemáticas de su uso para la enseñanza (Edelstein, 2002). Los expertos coinciden en señalar que lo que se conoce como “brecha digital” se está desplazando del acceso en sí a la adquisición de habilidades para el uso relevante de las nuevas tecnologías (Lugo T., 2015). Por esta razón, el acceso a internet y a la tecnología y su incorporación en las aulas debe ser acompañado con la formulación de prácticas docentes que permitan acercar a los/las jóvenes a un uso significativo de las mismas. Y es así como yo, una osada científica-docente, desarrollo el nexo entre mis clases de Genética humana y la Bioinformática. Quizás la asociación no parece obvia a simple vista, pero es real y justificable más allá de mis delirios personales.
Y esta relación se basa en la definición misma de “Bioinformática”, disciplina que estudia los procesos biológicos mediante el uso de computadoras (incluso las que llevamos todo el tiempo en nuestros bolsillos). Este artículo intenta, entonces, relatar una experiencia que tiene su origen en un abordaje bioinformático de algunos contenidos de la materia y que fue implementándose teniendo en cuenta las limitaciones y realidades del quehacer diario en la escuela.