La ciudad y sus barrios constituyen un habitáculo humano conformado en gran medida por formas artificiales y materiales procesados. Edificios construidos en chapas de metal, puentes de acero, rodados y embarcaciones constituyen en tal sentido ejemplares de presencia ineludible cuando se transita un barrio ribereño como el de La Boca del Riachuelo, en el sur de la ciudad de Buenos Aires.La presencia física de los objetos industriales en el entorno urbano, tiene su correlato en la presencia pictórica en el paisaje urbano. La identidad del entorno creado se modela a lo largo del tiempo por los actores de la cultura y entre ellos, los pintores de La Boca tienen sin lugar a dudas un rol protagónico en su propio espacio. La presencia física puede ser el material constitutivo de la apariencia del barrio, pero la identidad visual, entendida como un modo difundido de reconocer sus rasgos esenciales de entorno creado, no es la mera suma de materiales y formas sino una pauta perceptiva que se impone sobre una infinidad de posibles visiones alternas.En un nivel elemental, la identidad visual se relaciona con aquellos rasgos característicos en el aspecto de un objeto, persona o entidad que puede ser percibidos por el sentido de la visión. Aunque se origina en características físicas, la percepción de las mismas es un fenómeno mucho más complejo que involucra también a quién observa y su situación. En la actualidad, el barrio de La Boca centra su mensaje en el carácter tradicional de su entorno. A tal efecto la conservación y restauración del patrimonio urbano local constituyen tareas centrales. Dado que se trata de rescatar el pasado barrial, la necesidad de modelos de la identidad visual tradicional se torna básica para alcanzar el propósito. El carácter tradicional de La Boca es un concepto con sentido sólo para el observador actual, quien está en posición de efectuar un recorrido histórico de la evolución del barrio. Se parte aquí del supuesto según el cual, en lo que hace a la interpretación visual de una realidad urbana, la producción artística de la Escuela Pictórica de La Boca constituye mucho más que un registro de las vivencias sus integrantes. Es también una directriz perceptiva que, en tanto acto creativo cuya resultante está destinada a ser expuesta al público más amplio posible, contribuye a construir con el transcurso del tiempo la identidad visual del paisaje urbano que la inspiró.